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Mi vecino es un ruidoso. Y mi cerebro, también. ¿Será que una cosa tiene que ver con la otra?

Actualizado: 17 nov

Hay 2 radios que no se pueden apagar. Las ganas de cualquier vecino de expresarse a sus anchas y esos pensamientos que de verdad joden. Y resulta que ambas son molestas por igual.


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Una de 2, o tenés un vecino que se cree el bajo de una banda de rock e intenta imitarlo con... digamos, alaridos de desesperado, o sos vos el vecino molesto y no te habías dado cuenta.


9 de cada 10 estadísticas lo demuestran (de alguna universidad de qué sé yo dónde).


En cada barrio, en cada edificio, se cuecen habas.

Aquí, se están cociendo en este instante, mientras escribo esto.


Parece que hoy es día de cocinar en el asador y de poner música fuerte, y de cantar todavía más fuerte.


Si te sacaste la lotería, a tu vecino le gusta algún estilo musical que también te gusta a vos. El resto, estamos condenados al reggaeton o a mudarnos próximamente.


A ver si hay mejor suerte.


Que no es seguro tampoco.


Te acomodás (porque la mudanza está lejos), y peor, te acostumbrás a encerrarte y cambiar tus planes cuando empieza el ruido. O te vas de tu casa un rato, hasta que todo se calme.

Pero, escapatorias, haberlas hay.


De la radio vecino ruidoso.


Hablemos un poquito ahora de la radio más perturbadora, en la que estamos atrapados y de verdad parece que no hay salida, un cerebro ruidoso.


Acá se pone interesante el juego.

Hasta la mudanza no parás, pero ¿cómo te mudás de vos mismo?


Es bien sabido que cuando el cerebro se empecina en repetir idea, ESA idea, va rompiéndote la paciencia como el agua talla la roca. Despacito pero incansable, perseverante.


Capaz no le prestás atención al principio, pero él se tiene fe y sigue. No para.


Imaginate que tuvieras esa misma perseverancia para crear una empresa, para escribir un libro, para estudiar algo, para poner un negocio, para sanarte de una enfermedad, para inventarte un viaje, lo que sea.


Otro gallo cantaría.


Imaginate que hay materas de educar a tu cerebro para que cambie de dial y te traiga pensamientos que te hacen sentir bien con las decisiones que tomás, pensamientos que te dicen piropos, que te tratan bien, que te apoyan cuando tuviste un mal día.


Un paraíso mental.

¿Existe? ¿O será como otros paraísos que nos cuentan?


Chan.


Con los años, aprendí a llevarme bien con mi cerebro, al fin y al cabo, estaremos juntos hasta el día final.


Y aprendí cada día a crear, una y otra vez, ese paraíso mental.

Porque el cerebro tiene muchas cosas automáticas, inconscientes, pero tiene una pequeña parte de la que se puede tomar consciencia, y si te agarrás de ahí, sucede la magia.


El secreto es ser más perseverante que él.


Porque una roca, y otra roca, y otra más, pueden mover el cauce de un río.


Este es el momento en que te hago una invitación. Porque cambiar la radio de tu cerebro es posible, y mucho más.

Si te interesa crear tu paraíso mental:

Tengo un Desafío de 7 días para bajar la Ansiedad, que es el primer paso para crear tu paraíso mental.


En sólo 1 semana vas a saber cómo desactivar tu Ansiedad y cómo activar tu Calma.


Acá está link que te lleva a ver los detalles.





¿Qué hacés una vez que aprendés a llevarte bien con tu cerebro?


Como en cualquier relación, tenés tus días.


Algunos, es más fácil dar con la emisora PARAÍSO MENTAL. Otros días tardás más en sintonizarla.

Pero siempre siempre siempre, la tenés a mano.


Y cuanto más la escuchás, mejor te sentís, y mejor.

Y mejor.


Y no hay vecino ruidoso que te saque de tu paraíso, ni tía gritona, ni bocinazo en la calle, ni...



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